“[…] esta flota de buses que forman parte de la Ruta del Consumidor, permite que se abran caminos desde el centro del país hacia el resto de regiones, para que la protección al consumidor no sea una cuestión ajena a los consumidores que viven fuera de Bogotá”.
Tal y como se comentó en la columna titulada “Casas de consumidor y su fuego sagrado”, los directores de las casas de consumidor de bienes y servicios tienen la obligación sagrada de brindar orientación a los consumidores, para que puedan ejercer libremente sus derechos a partir información recibida en los mencionados espacios.
Si bien el consumidor puede acudir a estos espacios físicos que pertenecen a la Red Nacional de Protección al Consumidor (RNPC), en el caso de que en sus localidades o municipios se encontren habilitados, también pueden digirirse a la denominada “Ruta del Consumidor”.
Pero ¿Qué es la Ruta del Consumidor? Dicha ruta es “[…] un programa de la Superintendencia de Industria y Comercio [SIC] a través de la [RNPC], desarrollado en el marco de lo establecido en el ‘Estatuto del Consumidor’ – Ley 1480 de 2011 – cuyo objetivo principal es recorrer el país brindando atención a los ciudadanos en la protección de sus derechos como consumidores de bienes y servicios, así como orientar en trámites relacionados con quejas y demandas en esta materia, para posteriormente dar traslado a las autoridades competentes” (SIC, 2024).
Al respecto, de este programa resulta interesante su nombre ya que si se consulta la definición de “Ruta” en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, es aquel “Camino o dirección que se toma para unpropósito”. Así, como ejemplo de una ruta, Husemann (2019) menciona en su novela “Los ladrones de seda” la que fue una de las rutas más significativas para el comercio “La Ruta de la Seda”, así:
“El emperador, todo el reino, necesitaba la seda de Serindia, el país de los seres. Hacía siglos que el preciado hilo recorría desde ese legendario país oriental las viejas rutas comerciales hacia Occidente. Varios miles de camellos, muchos cientos de barcos y un ejército de comerciantes transportaban los fardos de seda hasta el Bósforo. Allí, el ansia por esa tela brillante era insaciable […].
Ahora, si la Ruta de la Seda tuvo en principio un próposito mercantil, la Ruta del Consumidor se reitera tiene el de recorrer Colombia para auxiliar a los consumidores, sin camellos y barcos, pero si con buses adecuados para poder atender a los consumidores de la manera que corresponde. Además, de estas unidades terrestes, dicha ruta cuenta con una fluvial y otra ligera (unidades móviles más pequeñas), para alcanzar territorios lejados de la capital colombiana.
Por lo tanto, principalmente esta flota de buses que forman parte de la Ruta del Consumidor, permite que se abran caminos desde el centro del país hacia el resto de regiones, para que la protección al consumidor no sea una cuestión ajena a los consumidores que viven fuera de Bogotá.