Yuval Noah Harari, profesor de Historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén, señala que probablemente el fenómeno de la cooperación surge gracias a la ficción. El historiador reseña que grandes números de personas, que no se conocen entre sí, pueden cooperar creyendo en mitos o ficciones comunes.
Como tal vez todos pueden intuir, la vida del ser humano en sociedad se basa en la <<cooperación>>, es decir, pueden existir países, pueblos e incluso sociedades comerciales, compuestas por miles o millones de personas, gracias a que el Homo sapiens puede lograr una organización a gran escala. De esta manera, una de las preguntas que surge es la siguiente: ¿cómo el humano logra tal nivel de cooperación?
Yuval Noah Harari, profesor de Historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén, señala que probablemente el fenómeno de la cooperación surge gracias a la ficción. El historiador reseña que grandes números de personas, que no se conocen entre sí, pueden cooperar creyendo en mitos o ficciones comunes. Así las cosas, dos personas se reconocerán como colombianos o ecuatorianos, por ejemplo, por el hecho de que desde su formación escolar sus padres y profesores les forjaron la creencia o el mito de la nacionalidad, cuando dicha cuestión no es más que una ficción creada por el ser humano, a través de un documento conocido como Constitución Política. Pero esa ficción sirve para que esas dos personas cooperen, se sometan a las leyes del Estado, paguen impuestos y estén obligados o dispuestos a ir a la guerra por lo que consideran es su país.
Y bajo la misma línea de las ficciones, tenemos a una de las más importantes en cuanto al comercio se trata: las sociedades. Una sociedad, sea del tipo de las anónimas, por acciones simplificada, de responsabilidad limitada, o cualquier otra, no es más que una “ficción jurídica”. Ninguna sociedad existe materialmente en el mundo; Chevron, Coca-Cola o Tesla, no se pueden tocar ni observar. Sin embargo, la ley establece que esas empresas, cumpliendo ciertos requisitos legales, gozarán de personificación jurídica, es decir, son una persona jurídica con atributos de la personalidad tales como el nombre, la nacionalidad, el patrimonio, la capacidad y el domicilio, ¡prácticamente los mismos que un ser humano!
Es entonces, como a través del mito de la personificación jurídica, creado por el sistema jurídico, los seres humanos identifican que existe la empresa y que es una persona diferente a sus dueños, y lo más importante, dichas sociedades tienen miles de trabajadores a lo largo del mundo que se esfuerzan por lograr los objetivos de la compañía, es decir, cooperan. Surge así otra pregunta: ¿cómo esas grandes empresas logran que sus trabajadores cooperen? Ya se cuenta con el mito de que la sociedad es una persona con derechos y obligaciones, no obstante, esa creencia no es suficiente para lograr la cooperación empresarial a gran escala.
Entra en este punto lo que se conoce como “cultura empresarial”. La cultura de una empresa es una ficción, nuevamente, un mito creado para facilitar que el talento humano coopere a gran escala, esto es, que las personas se identifiquen y comprometan con la estrategia y propósitos de la compañía. La definición de la cultura es, por lo tanto, un elemento esencial en el crecimiento financiero a largo plazo de las grandes corporaciones, teniendo como propósito fundamental la cooperación humana.
Buen escrito Abogado Brian, gracias por su aporte
Excelente analogía. Éxitos, doctrinante
Me gustó,
se entiende con facilidad la comparación.
Doctor Brian lo felicito por ser un intelectual q motiva a la cultura. Excelente escrito