Los proyectos, obras y/o actividades que realicen el reúso o la recirculación de aguas residuales también contribuyen a la disminución del consumo de agua potable.
Actualmente el país continua sintiendo los efectos del fenómeno del niño, que según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales – IDEAM es un evento climático asociado con aumento de temperaturas, tiempo seco y pocas lluvias.
Los efectos han llegado a tal punto que el nivel de las fuentes de agua que abastecen a Bogotá, como los Embalses del Sistema Chingaza, ha disminuido al 16,78%, el más bajo desde que dichos embalses empezaron a operar en los años ochenta, según informó la Alcaldía de Bogotá.
Debido a lo anterior, se ha anunciado que no es posible mantener en la ciudad un consumo de 17 y 18 metros cúbicos por segundo aproximadamente, sino que a través de medidas como el racionamiento, debe lograrse una meta de consumo máximo de 15 metros cúbicos por segundo, en atención a los datos otorgados por la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá – EAAB.
Las anteriores medidas que no solo se implementarán en Bogotá, sino que también limitarán la disponibilidad de agua para municipios vecinos buscarán que los Embalses del Sistema Chingaza suban a un 20% de su nivel al final del mes de abril y 75% al final del año.
Ante esta situación vale la pena revisar si el racionamiento o la disminución del consumo de agua potable es la única medida que se puede tomar para garantizar la conservación y preservación del recurso hídrico.
En relación con este tema, la Ley 373 de 1997 establece la obligación de reusar las aguas utilizadas en actividades que técnica y económicamente lo ameriten, y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible – MADS, a través de la Resolución 1256 de 2021, reglamentó las condiciones en que se puede realizar el reúso y la recirculación de aguas residuales.
En este sentido, la normatividad ambiental contiene soluciones alternativas y/o complementarias al racionamiento que pueden contribuir también a la disminución de la presión de uso sobre las fuentes hídricas.
A pesar de los beneficios ambientales que conllevan estas soluciones, se han presentado casos en que la implementación del reúso y la recirculación de aguas no se han podido llevar a cabo, debido a diferentes interpretaciones de la norma; desacuerdos en los requisitos que deben cumplirse e incompatibilidad entre los criterios de las diferentes autoridades ambientales.
No obstante, la implementación del reúso y la recirculación ha demostrado su practicidad al permitir el uso de las aguas residuales en actividades que técnicamente no requieren de agua potable, como por ejemplo, la descarga de sanitarios, redes contra incendio, control de material particulado y riego en ciertas condiciones.
Dado lo anterior, los proyectos, obras y/o actividades que realicen el reúso o la recirculación de aguas residuales también contribuyen a la disminución del consumo de agua potable, ya que se abstienen de gastar este vital líquido en actividades innecesarias.
En este sentido, se puede observar que el ordenamiento jurídico ambiental del país ya ha puesto a disposición mecanismos legales que, en situaciones como la que se está atravesando, resultan indispensables para conservar el recurso hídrico y a la vez aumentar la disponibilidad de agua potable en aquellas actividades que sí la requieran.
En momentos en los cuales el potencial hídrico del país se pone a prueba, es necesario implementar este tipo de soluciones que demuestran el compromiso con la protección y la conservación del medio ambiente.