MÉXICO
“…excelentes expectativas para que el sector privado pueda reflejar…”, “…los criterios internacionales de ESG…”
Una de las principales tendencias en el panorama internacional, debido a la importancia que en ella radica, es la implementación de los Principios denominados ESG (Medioambiental, Social y Gobernanza Corporativa por sus siglas en inglés). La implementación de políticas, tanto públicas como privadas para definir y alcanzar estándares que resultan a la vez tanto ambiciosos como necesarios marcarán la diferencia para lograr, entre otras, reducir las emisiones de CO2 para 2030 y limitar el calentamiento global a 1.5 °C, reduciendo los catastróficos efectos que implican, donde los países menos desarrollados se verán mayormente impactados.
En México, la legislación que regula estos principios ESG se encuentra dispersa en más de una veintena de leyes (generales, federales y locales), códigos y reglamentos. Lamentablemente, los principios consagrados en esta legislación no representan ningún adelanto y ni siquiera una equiparación con los estándares establecidos en los países más desarrollados. Derivado del enconado ambiente político que prevalece en la presente administración, no existe espacio para este tipo de discusiones y, por el contrario, se han aplicado políticas que no resultan acordes con la tendencia mundial, especialmente en el sector energético, en perjuicio del medioambiente.
Algunas cifras para considerar: México ocupa el lugar 11 a nivel mundial entre los países más contaminantes; lugar 15 en mayor emisión de CO2 acumulada a 2021 (COP26); el lugar 124 entre 180 en de conformidad con el Índice de Percepción de la Corrupción 2021; 113 de 139 países en Estado de Derecho (Índice Global de Estado de Derecho 2022); y el puesto 25 entre los países con mayor desigualdad económica (Índice de Gini).
En por ello que, derivado del actual entorno legal y político, reside en el sector privado esta gran responsabilidad de establecer sus propias metas y enfocar sus políticas internas para alcanzarlas. Esto se vislumbra complicado, pues el sector se ha mostrado por demás cauto ante la situación política del país.
Lo que resulta justificable pero irónico que estos factores no hayan afectado la Inversión Directa, por el contrario, se han alcanzado algunas cifras récord. Un ambiente “post-pandemia” (término técnicamente incorrecto) brinda excelentes expectativas para que el sector privado pueda reflejar dentro de sus políticas internas los criterios internacionales de ESG dentro de un nuevo entorno de creación de valor, derivando en un crecimiento en el mediano y largo plazo al considerar los Principios para la Inversión Responsable y los beneficios inherentes, entre los que se encuentran: mayor confianza de los inversores; una mayor rentabilidad; un desarrollo de la imagen corporativa; mayor atracción y retención de talento, y una mayor estabilidad.