El reto de “platanizar” el compliance no es menor y debe ser un asunto de todos como sociedad. Demostrar que se está ante un área multidisciplinar y que genera desarrollo, seguridad y crecimiento dentro de las organizaciones es, ha sido y, sobre todo, será el gran reto que, a futuro, Colombia ha de trazarse en la materia en cuestión.
De algunos años para acá, términos como el SAGRILAFT o el PTEE cobran especial atención al interior de las sociedades en Colombia. En razón a dicha masificación de términos aparentemente complejos, pero tremendamente relevantes, “platanizar” el compliance ha de ser menester para las empresas, el gobierno y la sociedad en general.
Veamos: de antemano, estamos ante un anglicismo lo que, de por sí, le da una complejidad adicional a su entendimiento.
Compliance, en su traducción literal, podría significar “cumplimiento” o “conformidad”. Ahora bien, creo que ello se queda absolutamente corto al alcance que tan importante término ha de adquirir.
Me gusta la definición que aporta el Comité de Basilea a través de su documento consultivo The compliance function in banks , y que, si bien data ya de hace algunos años y centra su mirada en entidades del sector financiero, tiende a presentar una definición sencilla – pero completa a la vez – de la función del compliance. Palabras más, palabras menos, y parafraseando su contenido, indica que la función del compliance se centra en ser (i) independiente y (ii) en identificar, evaluar, asesorar, monitorear y reportar riesgos de sanciones en diferentes espectros.
Tres razones de porqué es necesario o, a lo sumo, recomendable, para quien acá escribe, “platanizar”, como coloquialmente se le llama a adaptar a nuestra cultura, el compliance:
1). Porque, por nuestra historia como país, en donde el lavado de activos, la financiación del terrorismo y otras actuaciones delictivas o ilícitas aún merodean el diario quehacer de la sociedad, el compliance se convierte en una herramienta poderosa y necesaria para mitigar y prevenir dichos fenómenos.
2). Porque denota desarrollo como país y como sociedad, especialmente considerando que organizaciones como la OCDE lo ha sistemáticamente abordado a través de guías y documentos de buenas prácticas.
3). Porque el rol del Compliance Officer o, en castellano, Oficial de Cumplimiento, está llamado a ser, dentro del gobierno corporativo, una figura estructuralmente relevante. A buena hora se ha ocupado la Superintendencia de Sociedades en señalar algunos requisitos mínimos para ocupar dicha figura.
El reto de “platanizar” el compliance no es menor y debe ser un asunto de todos como sociedad. Demostrar que se está ante un área multidisciplinar y que genera desarrollo, seguridad y crecimiento dentro de las organizaciones es, ha sido y, sobre todo, será el gran reto que, a futuro, Colombia ha de trazarse en la materia en cuestión.