Aunque el bullying siempre ha existido, el reto en su prevención es mayor que nunca
Santiago Calle Gómez
Durante décadas los colegios han sido pilares fundamentales en nuestra sociedad, pues es el lugar por excelencia donde niños y jóvenes se forman día a día para enfrentar los retos de la edad adulta. De ahí que estas instituciones deben dar una educación integral a los menores y así forjarlos para el futuro. Sin embargo, hoy en día los colegios se enfrentan a grandes retos que antes no existían.
Uno de estos restos es la mayor concientización de fenómenos sociales como el bullying y el acoso, los que están directamente relacionados con la afectación a derechos fundamentales como lo es el libre desarrollo de la personalidad, la libertad sexual, la identidad de género, entre otros.
Si bien estos fenómenos siempre han existido, el reto de los colegios en su prevención es mayor que nunca. Si a esto se le suma la visibilización que dan las redes sociales de estos problemas y padres de familia que ejercen un mayor control al trato que se le debe dar a sus hijos por parte de otros menores y los mismos profesores o trabajadores, los colegio deben mejorar las respuestas que dan ofrecen ante estas situaciones.
Para lograr este fin los colegios deben iniciar un proceso de revisión de sus políticas de prevención y respuesta, para que estos sean más acordes a la constitución y la ley. Porque en ciertas ocasiones relacionadas con casos de bullying o acoso la respuesta de las instituciones tiende a ser desacertada, creando más problemas que soluciones.
Lo cierto es que, aunque dentro del colegio los manuales de convivencia son ley, en la práctica muchos de estos van en contravía de normas legales y constitucionales que deberían respetar. Sobre todo en relación con la ejecución de procesos disciplinarios que no garantizan el debido proceso. Este problema no es un tema menor si se tiene en cuenta que en muchos casos el mal manejo de situaciones de bullying o acoso pueden conllevar consecuencias penales, no solo para estudiantes involucrados, si no también para trabajadores de las instituciones quienes tienen un deber de garante sobre los menores, al ser estos a quienes se les encarga el cuidado de los estudiantes mientras se encuentran dentro de la institución.