El contexto familiar, lo tributario, las relaciones: todo eso marca la gestión del patrimonio familiar.
Son tres aspectos los que, generalmente, llevan a las familias a pensar organizar su patrimonio: (i) un susto derivado de una enfermedad de alguno de los fundadores del patrimonio; (ii) un yerno o nuera con iniciativa; y (iii) un exceso en el pago de impuestos.
Ahora, esos tres elementos son, solamente, sintomáticos. Detrás de ellos está el temor de los fundadores de no dejar un legado organizado, sobrecargar a sus sucesores, no ser ordenados o, inclusive, puede haber algunos “lamentos” del pasado que llevan a que los fundadores busquen recomponer y equilibrar las cargas.
Hay muchos retos en la gestión del patrimonio familiar, y aquí proponemos algunos que, superándose, facilitarán el camino para organizar el trabajo y esfuerzo de toda una familia:
El primero, más evidente para el asesor pero, curiosamente, más esquivo para los fundadores del patrimonio: organizar el patrimonio implicará, sí o sí, que los ojos estarán puestos sobre quienes, con mucho esfuerzo, han sacado adelante a una familia con buenas y malas decisiones. Es decir: el proceso de la gestión del patrimonio familiar implica siempre transparencia y, en mucho, ceder el poder.
Este es el principal reto para las familias: para papá y mamá, al revelar y entregar detalles de su “gestión” y delegar el poder; y para los hijos, recibir con “humildad” y gratitud el esfuerzo hecho (no siempre es así).
El segundo reto: estar en capacidad de hablar los temas difíciles. Los asuntos familiares son los más delicados, los más tensos y los más sensibles, y por ello, muchas familias prefieren no hablarlos, para no “reabrir discusiones del pasado”.
Ahora, la gestión del patrimonio familiar implica tener presente ese contexto familiar, no para solucionarlo, sino para dejar herramientas para administrar los bienes de la familia cuando ese contexto toque la puerta para generar divisiones (porque siempre será inevitable tener diferencias).
El tercer reto: que todos entiendan que las decisiones adoptadas, y el camino del patrimonio familiar, tiene efectos tributarios para todos, y que las familias deben pagar el mejor contador disponible, y el mejor abogado que puedan pagar.
Lo que está dicho entre líneas es algo fundamental: la tranquilidad de la organización del patrimonio de la familia está dado por el contador que los apoya, porque esa persona es la que va a reflejar la realidad económica de la familia. Ojalá que, al entrar en un proyecto de gestión del patrimonio familiar, el contador juegue un rol determinante y no se sienta “desplazado” por quien apoye a la familia.
La pandemia nos enseñó (y ojalá no se nos olvide) lo frágiles que somos, y lo vulnerables que estamos. Eso implicó que las familias se cuestionaran bastante sobre cómo organizan su patrimonio, sobre las amenazas que tienen y los retos que existen para preservarlo, más aún en un escenario de incertidumbre como el actual, con tantos cambios y retos desde lo económico.
Los asuntos aquí planteados son solo el inicio, el arranque, pero cada familia tiene su profundidad, su complejidad y sus necesidades. Hay que explorarlas.
Diego Márquez Arango es Abogado experto en asuntos empresariales, societarios, insolvencia y gestión del patrimonio familiar. Socio de la firma Marquez Arango Abogados.