Estamos en un gran tiempo para planear corporativa y tributariamente como familias empresarias.
Imagine la situación de una familia empresaria colombiana que tiene un negocio próspero, ha mostrado un crecimiento por encima del promedio del mercado, tiene un equipo sólido y un producto novedoso que le ha permitido a la familia construir patrimonio interesante compuesto por un par de inmuebles, un vehículo y algunos fondos de inversión.
Por su parte, los padres tienen pensado pensionarse en algunos años y desde hace unos meses han conversado sobre la necesidad de asegurar la transferencia del patrimonio a sus hijos, quienes ya comienzan a involucrarse en el negocio y una de las hijas está pronta a contraer matrimonio.
Esta situación se debe entender en el contexto nacional, en donde el nuevo gobierno impulsa una reforma tributaria que elimina varios beneficios tributarios y castiga las ganancias ocasionales, los altos patrimonios y el pago de dividendos.
De cara a esta situación surgen algunas preguntas, ¿Cómo puede esta familia mantener esa buena relación en el tiempo? ¿Cómo puede la familia mantener esa estabilidad económica? ¿Cómo puede hacerlo la empresa?
Sin duda, construir y poner en práctica un protocolo de familia es una muy buena alternativa y, en este caso puntual, sería importante que dicho protocolo establezca reglas claras para la sucesión patrimonial, sin dejar de lado otros asuntos relacionados con el horizonte familiar (estrategia, principios y valores familiares), reglas sobre la vinculación laboral y el gobierno de la empresa y mecanismos de resolución de conflictos.
Estos protocolos establecen reglas claras y expresas, que abordan de manera integral la relación entre el patrimonio, la empresa y la familia, buscando la perdurabilidad del negocio y de las relaciones familiares.
En este caso, el protocolo podría aprovechar diferentes mecanismos de transferencia de la propiedad, como pueden ser la fiducia mercantil, la constitución de una sociedad por acciones simplificada (SAS), el fideicomiso civil, el usufructo, el testamento, las donaciones e incluso la herencia en vida.
Para elegir alguno de estos mecanismos o una combinación de estos como solución, existen otras preguntas para responder: ¿En cabeza de quién quedará la propiedad de los bienes? ¿En qué momento la propiedad cambiará de titular? ¿Quién puede usar los bienes y aprovechar sus frutos? ¿Quién está llamado a administrar los bienes?
Responder estas preguntas implica conversaciones familiares previas para aclarar la visión de la familia y del negocio, de manera que los bienes queden en cabeza de quien mejor pueda utilizarlos para generarle valor a la familia y al negocio, en lugar de comenzar a implementar indiscriminadamente estos mecanismos, arriesgando la perdurabilidad del negocio y de las relaciones familiares.
Este proceso debe estar mediado por asesores externos que tengan buenas habilidades de negociación, conocimiento de la ley, de los impuestos y de la estrategia, más importante aún, que sea neutral y genere confianza a la familia.
Con este artículo quiero evidenciar la importancia de anticiparse a situaciones críticas de la familia o del negocio a través de un protocolo de familia.
Estamos en un gran tiempo para planear corporativa y tributariamente como familias empresarias.
José Elías es Asociado en Del Hierro Abogados, abogado especialista en estrategia e innovación y conciliador entrenado por la Cámara de Comercio de Bogotá. Cuenta con amplia trayectoria asesorando empresas, familias empresarias, startups y entidades sin ánimo de lucro en asuntos corporativos, societarios y de talento humano.