Esta operación marcará el futuro del mercado colombiano, pero los efectos reales estarán por verse.
Telefónica, el gigante español de telecomunicaciones y dueño de Movistar Colombia, anunció que llegó a un acuerdo con Milicom, accionista mayoritario de Tigo en el país, para la venta de su participación en Coltel, equivalente al 67,5% de las acciones de la extinta Telecom. Esto implica un cambio e impacto enorme en el mercado de telecomunicaciones en Colombia, abriendo las puertas a una inevitable fusión entre ambos operadores con repercusiones inmediatas en el espectro del mercado y los consumidores locales. ¿Qué depara al consumidor colombiano la desaparición de un competidor como Movistar?
La operación, de aproximadamente USD $400 millones, tendría como efecto inmediato y evidente la desaparición de Movistar como operador en el mercado de telecomunicaciones donde se ha consolidado desde su entrada en 2004 como uno de sus referentes. Esto, más allá de causar una disrupción directa a sus clientes, tiene implicaciones sísmicas para todos los consumidores del país, pues se pierde al principal competidor de Claro, que lidera el mercado. Un competidor menos podría ir en detrimento del consumidor, al solo haber competencia directa entre dos actores; el reforzado “Tigo” y la marca propiedad de América Móvil, lo que podría causar un “estancamiento” en la búsqueda de mejoras en los servicios a precios más accesibles.
Por otro lado, pondría la mayoría del mercado en manos de dos grandes actores, Milicom y América Móvil. Teniendo en cuenta que el mercado de telecomunicaciones en el país no cuenta con ninguna otra gran superficie para hacerles frente, ambas compañías estarán en una posición priviligiada para dictar las condiciones en las que los servicios se ven tranzados de cara al consumidor. Lo anterior dejaría en aprietos a operadores como Wom, que se verían en total incapacidad de atraer al consumidor y dar la pelea.
Sin embargo, la otra cara de la moneda puede mostrar un panorama más optimista. Milicom, como se ha explicado, pasaría de tener una participación modesta en el mercado a pisarle los talones a Claro. América Móvil tendrá que dirigir esfuerzos en proteger su base de clientes y evitar que sean capturados por Milicom. Esto se traduciría en una verdadera guerra comercial por ver qué operador ofrece los mejores servicios y al mejor precio, lo que siempre beneficiará al consumidor final. Además, el desarrollo del país se vería beneficiado, dado que dicha competencia podría verse también en el plano de la infraestructura de red, lo que implica inevitables y cuantiosas inversiones en zonas marginadas en el pasado y generando de empleo en Colombia.
Al día de hoy, falta mucho para ver esta realidad traducida. El acuerdo debe ser aprobado por la Superintendencia de Sociedades, con el fin de determinar su viabilidad bajo la legislación vigente. Sumado a ello, las integraciones empresariales de tal tamaño implican una serie de procesos complejos, en el que deberá buscarse la manera de compaginar ambas empresas de la manera más eficiente antes de pensar en la ejecución de sus objetivos. Lo único cierto es que esta operación marcará el futuro del mercado colombiano, pero los efectos reales estarán por verse.
Tomás Cepeda Morales es Asociado en Del Hierro Abogados. Abogado de la Universidad del Rosario con profundización en Derecho Privado.