El jurista in-house ha de abogar por convertirse en un jugador trasversal dentro del terreno de juego de las organizaciones, permeando el ADN de la revisión documental con la esencia misma del negocio y, sobre todas las cosas, con una poderosa y hábil forma de gestionar que le hará – tanto a este como a la compañía – ir más allá de lo evidente para diferenciarse.
El rol del abogado de empresa ha ido mutando de tiempo en tiempo, convirtiéndose en la actualidad en una pieza clave dentro de las organizaciones.
De vez en vez, se ha concebido el rol jurídico al interior de las empresas como la pista de aterrizaje para los negocios y – muchas veces – como el “malo” de la ecuación, al ser entendido como “la traba” del desarrollo de estos.
Por el contrario, el rol jurídico al interior de las compañías – hoy por hoy comprendido dentro del anglicismo “in-house” – cobra una relevancia suprema si es concebido de manera transversal a las operaciones – y no como simple punto de llegada.
El jurista al interior de las compañías debe convertirse en un aliado estratégico de todas y cada una de las áreas, siendo – no solamente consultado cuando se trata de resolver alguna situación – sino – y muy especialmente – cuando se está en el marco de la operación del día a día para prevenir que la situación negativa se genere o se acentúe.
A su vez, supone una actuación que propone ir más allá de entender la ley y aplicarla – lo cual, evidentemente, debe estar en el checklist de sus funciones – y pasar a ser un actor clave a la hora de las relaciones que, a diario, se tejen con los grupos de interés de la compañía. Así, no solamente será activo en la revisión de documentos contractuales, reglamentarios o normativos sino, también, piedra angular a la hora de tomar decisiones estratégicas, concepción de negocios y desarrollo de los mismos.
Expuesto lo anterior, me sirvo de presentar en este breve artículo tres rasgos que se convierten en puntos a favor a la hora de ejercer la labor de jurista al interior de una compañía que, si bien dista de la actuación de idéntico profesional en otras áreas de desarrollo como las firmas de abogados o el sector judicial, se nutre de muchas prácticas acuñadas en estas para su edificación y fortalecimiento:
- Entender el negocio que asesora supone una ventaja comparativa y competitiva en el cargo, dado que permite generar y tejer sinergias y estrategias que, de forma contraria, serían invisibles.
- Interactuar con las áreas de manera permanente para comprender en dónde están las necesidades particulares y cómo, desde su rol, puede aportar.
- Gestionar: en ello está la clave de una operación in-house. Proponer, innovar, prototipar y llevar a la ejecución, junto con una visión de entendimiento detrás de la cual se conciba que esta acción debe ser transversal en la cadena del servicio o del producto de la compañía.
Así las cosas, el jurista in-house ha de abogar por convertirse en un jugador trasversal dentro del terreno de juego de las organizaciones, permeando el ADN de la revisión documental con la esencia misma del negocio y, sobre todas las cosas, con una poderosa y hábil forma de gestionar que le hará – tanto a este como a la compañía – ir más allá de lo evidente para diferenciarse.
En mi caso, y tras tres años en este rol, puedo decir que es una maravillosa escuela para seguir forjando, con ética y compromiso, los valores que me fueron enseñados.
Santiago Bonivento es Abogado de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en derecho empresarial. Especialista en Dirección de Empresas y Liderazgo Digital. Magister MBA Gadex con énfasis en Relaciones Internacionales (Universidad Europea Miguel de Cervantes y Formato Educativo), beca parcial por la Organización de Estados Americanos. Profesor en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana.