Entonces el reto existe, y como muchos temas en este sector, necesitan de la búsqueda de un balance, entendimiento y congruencia entre las necesidades, en este caso, de quién participa en el desarrollo y ofrecimiento de IA…
El boom que ha generado Chat GPT con su funcionamiento, respuestas y “logros” al mismo nivel de la inteligencia humana, ha abierto espacios de discusión sobre la IA, que ya se necesitaban.
Ahora, la inteligencia artificial no significa, exclusivamente, Chat GPT, esta herramienta es sólo un ejemplo del mercado de la IA, en donde se vienen desarrollando, a través de la unión de distintos algoritmos, robots y herramientas automatizadas, que logran aprender y también responder a una velocidad excepcional, convirtiéndose, para muchos, en una competencia directa del intelecto humano.
Conforme a lo anterior, es claro que la IA es un reto actual y latente a nivel regulatorio, para su propio sector y para los usuarios, el cual tiene la necesidad de entender: el alcance de estas tecnologías, la intención de su desarrollo y las formas de uso dependiendo del contexto.
En las últimas semanas, personalidades del sector de la tecnología han compartido algunas posturas de preocupación y llamado a los desarrolladores de IA a parar y establecer unos lineamientos más seguros en el avance de estas herramientas. Lo cual deja en evidencia, que dentro del sector, también están percibiendo que los pasos agigantados que está dando la IA, en la realidad de la sociedad, pueden generar contextos riesgosos abriendo la necesidad de mirar hacia adentro -sea por intereses propios de estos magnates o no – para identificar junto a los actores participantes en la IA, qué iniciativas podrían generarse para que el avance de estas tecnologías no se vean en situación de desuso por prohibiciones estatales, como ya ha venido pasando en países como Italia Rusia y China, en relación específica con la IA de Chat GPT, por temas de privacidad y protección de datos personales.
La actualidad de la IA está bajo la mirada y análisis de autoridades y expertos a nivel global y es aquí cuando es necesario comprender que quienes desarrollan IA, deberían no sólo cumplir con una tarea continua en materia de cumplimiento de las normas aplicables, sino atender mediante sus herramientas, las verdaderas necesidades que se buscan en el uso de la IA. Pues al final, el poder conectar los intereses de un sector con esas necesidades de quienes ponen a funcionar la IA, es desde donde se puede derivar un equilibrio para la construcción de una regulación funcional en pro de la innovación, visión que ha sido socializada en contextos académicos y de sector por personas influyentes como Eric Schmidt, ex CEO de Google.
Entonces el reto existe, y como muchos temas en este sector, necesitan de la búsqueda de un balance, entendimiento y congruencia entre las necesidades, en este caso, de quién participa en el desarrollo y ofrecimiento de IA, nosotros como usuarios y de la política pública. Esperando que así se puedan generar avances y seguridad para todos, haciendo que se pueda promover la tecnología como una fuente generadora de eficiencias y no como un espacio inseguro que nos desconecta de nuestra realidad offline que es la raíz de todos estos avances.
María Camila es Asociada Sénior en CMS Rodríguez-Azuero, en las áreas de Tecnología, Medios & Comunicaciones y Antimonopolios, Competencia & Comercio. Es abogada y cuenta con una especialización de la Universidad Externado de Colombia en Derecho Contractual y relaciones jurídico-negociales y un diplomado en Fashion Law. María Camila cuenta con más de 7 años de experiencia en sus áreas de práctica, ha asesorado a clientes nacionales e internacionales, entre otras cosas, en temas relacionados con Internet, sociedad de la información, telecomunicaciones, ciberseguridad, comercio electrónico, derecho de autor, protección de datos personales, derecho del consumo, publicidad, políticas públicas en el sector de la tecnología, prácticas restrictivas de la competencia, competencia desleal e integraciones. Ha sido docente en temas de propiedad intelectual, publicidad, franquicias, y comercio electrónico.