El incremento del salario mínimo debe estar orientado a lograr un equilibro que no solamente considere al empleado y empleador, sino al mercado laboral en general.
Con la reciente publicación del DANE sobre los resultados del IPC a corte del mes de octubre de 2022 en Colombia, es creciente la incertidumbre y preocupación en el sector económico y empresarial respecto al aumento del salario mínimo y su impacto en el mercado laboral. Máxime, si tenemos en cuenta que, para el cierre de octubre, las cifras de la inflación son significativamente altas en relación con su valor del año pasado. En efecto, la variación anual marcó un 12,22%, esto es, 7,64 puntos porcentuales mayor a la reportada en el mismo periodo en el año anterior, cuando esta fue del 4,58%.
Dicha inflación se vio directamente reflejada en el costo de vida de los colombianos, especialmente en los alimentos y bebidas, transporte, bienes y servicios, recreación y cultura, muebles, artículos para el hogar, entre otros. Por lo que, indiscutiblemente, este panorama impacta gravemente a los ciudadanos de más bajos ingresos, sobre todo, a aquellos que devengan el salario mínimo.
Por esa razón, históricamente la inflación y la productividad han sido los factores determinantes en la fijación del porcentaje de aumento de este último. Pero, en la actualidad, las variables más importantes que deben ponderar la decisión son las altas tasas de desempleo e informalidad que padecemos, indicadores en los que hoy desafortunadamente ocupamos los primeros lugares en el mundo.
Desempleados e informales deben ser prioridad
«Hoy somos tristemente célebres por ocupar los primeros lugares de desempleo entre nuestros pares de Latinoamérica y ni qué decir de los países OCDE, con un desempleo a septiembre de 2022, del 10,7% y una informalidad del 58,3%.»
Un incremento del salario mínimo en el que solo se tenga en cuenta la inflación y la productividad, causaría un porcentaje de alza que aumentaría los costos laborales de manera importante y tendría como consecuencia la creación de barreras para la generación de empleo formal, siendo este último lo que más necesitamos en nuestro mercado laboral.
Nuestra propuesta
De acuerdo con lo expuesto, el incremento del salario mínimo debe estar orientado a lograr un equilibro que no solamente considere al empleado y empleador, sino al mercado laboral en general.
Para lograrlo, la propuesta es realizar el estudio y la fijación del salario mínimo con base únicamente en las variaciones del IPC, conforme lo recomendó la OCDE. Así las cosas, sugerimos que el factor determinante sea la inflación esperada, pero, también aumentando el subsidio de transporte. En consecuencia, una buena decisión sería incrementar el mínimo a $1.120.000 (12% de reajuste) y llevar el subsidio de transporte a $150.000 (actualmente es de $117.172, se incrementaría en $32.828, más de un 25%), ahí está el verdadero equilibrio.
Muy buen análisis y coherente propuesta Daniela.