Las regulaciones ambientales, sociales y de gobernanza “ESG” por sus siglas en inglés, son cada vez más elaboradas y los esfuerzos de cumplimiento de las empresas están resultando insuficientes.
La institución de valores y métricas ESG representa una verdadera revolución en la forma de gestionar, medir y operar las empresas. [1] El enfoque ha pasado de estar en los beneficios a corto plazo, hacia «un éxito que no se define únicamente por la rentabilidad, sino también por una contribución sostenible y medible a la mejora de la sociedad en su conjunto”. [2] Así, cualquier empresa que actualmente pretenda estar a la vanguardia de los negocios tanto nacional como internacionalmente, debe considerar la regulación ESG.
Esta regulación cubre gran cantidad de temas que van desde el cambio climático, los derechos humanos, las buenas prácticas de gobernanza, derechos laborales, entre otros. Autoridades alrededor del mundo han venido fortaleciendo su actividad en relación a este tema desde 2020. De hecho, de acuerdo con la asociación PRI, más de mil regulaciones relacionadas con ESG han sido expedidas únicamente en la industria de la inversión en los últimos dos años. [3] Cada vez más, tanto los reguladores como los mismos consumidores e inversionistas están demandando de las empresas más transparencia y rendición de cuentas. Los departamentos de cumplimiento están enfrentándose a un universo cada vez más amplio de responsabilidades, a medida que las cuestiones ESG han surgido como una prioridad crítica dentro de las organizaciones. A su vez, las empresas han venido preparándose para enfrentar nuevos riesgos, incluyendo multas y penalidades por parte de las autoridades regulatorias, una opinión pública negativa con potenciales implicaciones directas sobre las decisiones de los clientes, quien son guiados cada vez más por un consumo socialmente responsable y sostenible y sobre decisiones de inversionistas, igualmente cada vez más preocupados por la materialización de riesgos ESG.
En consecuencia, es crucial que las empresas manejen adecuadamente estos riesgos con un enfoque integral.
En primer lugar, deben integrar transversalmente las consideraciones ESG, de manera que la empresa cuente con estándares, guías y procedimientos comprensivos que se apliquen a la totalidad de áreas o departamentos.
En segundo lugar, las empresas deben conocer las regulaciones ESG expedidas en su jurisdicción y asegurarse de tener procedimientos que garanticen el cumplimiento incluso en su cadena de suministro. Esto puede ser un reto, sobre todo para las empresas que han estado en industrias históricamente poco reguladas y que no están acostumbradas a este tipo de escrutinio.
Y, en tercer lugar, deben tener gran claridad de los riesgos ESG que enfrentan tanto interna como externamente, para poder construir estrategias de mitigación efectivas. La totalidad de acciones deben cumplir con todas las facetas de ESG compliance, por medio de una combinación de un conocimiento regulatorio sobre cumplimiento y habilidades tradicionales de manejo del riesgo.
La materialización de un riesgo ESG puede traer serias consecuencias para las empresas y para la sociedad en su conjunto, un ejemplo de esto fue la explosión de la plataforma petrolífera Deepwater Horizon de BP en el Golfo de México, en abril de 2010. La explosión provocó un desastre medioambiental y afectó significativamente a la biodiversidad de la zona. Esto es crucial porque a diferencia de los riesgos en cumplimiento tradicionales, un riesgo ESG puede no solo generar un impacto importante en la sociedad, pero también despertar sentimientos profundos en clientes e inversionistas. Sin duda acusaciones de tráfico de personas, esclavitud moderna o explotación infantil son temas más sensibles que alegaciones de corrupción privada.
En conclusión, a medida que el mundo de los negocios se vuelve más complejo y global, lo mismo debe suceder con el enfoque de la gestión del cumplimiento, la gobernanza y los riesgos operativos. En conjunto, los riesgos ESG conllevan importantes implicaciones normativas, de reputación y financieras, y es crucial que las empresas estén preparadas para enfrentarlos. Un enfoque tradicional del cumplimiento ya no es suficiente. Incluso, prestar suficiente atención a asuntos ESG será cada vez más un diferenciador competitivo y un requisito inviolable para clientes, inversionistas e incluso empleados.
[1] https://www.womblebonddickinson.com/us/insights/articles-and-briefings/esg-how-it-applies-oil-gas-industry-and-why-it-matters
[2] https://www.womblebonddickinson.com/us/insights/articles-and-briefings/esg-how-it-applies-oil-gas-industry-and-why-it-matters
[3] https://www.unpri.org/policy/regulation-database
María Camila Ospina es Abogada de la universidad del rosario, LLM de la universidad de Notre Dame en Derecho global, y Consultora de FTI Consulting, oficina de Bogotá.