David Gaviria Ormaza
Imagínese que acaba de emprender con un maravilloso producto que puede revolucionar la industria farmacéutica. Lo hizo en compañía de dos socios que se convirtieron en sus grandes amigos. Para pedir préstamos les dijeron que debían estar constituidos como sociedad y les recomendaron contratar a un abogado. Sin embargo, prefirieron ahorrar ese dinero e hicieron los trámites por su cuenta, llenando modelos que se iban encontrando en internet. Nombraron su representante legal al azar y quedó uno de sus socios. Años después, se encuentra con que uno de los socios está celebrando millonarios contratos con los que usted no está de acuerdo. Enfurecido, usted acude a un abogado para pedir asesoría y no dejar a ese socio derrochar más dinero. El abogado, al leer los estatutos de su empresa, se agarra la cabeza y le dice “me la está poniendo muy difícil”.
Esto es lo que puede suceder cuando los emprendedores deciden ahorrar el dinero que se gastarían en un abogado al iniciar su negocio. Como bien lo dijo recientemente la Superintendencia de Sociedades, cuando no existan restricciones en los estatutos de una sociedad, el representante legal estaría facultado para celebrar todo acto o contrato comprendido en el objeto social o relacionado con la existencia y funcionamiento de esta[1]. Es decir, si a su socio se le ocurre celebrar un contrato que puede poner en peligro el futuro de la sociedad, bien podría hacerlo sin necesidad de consultarlo a usted o a su otro socio. Claro, podrían iniciar un litigio que les podría tomar varios años, elevados costos y una posibilidad de éxito muy baja. Pero esto resultaría irrelevante si se tiene en cuenta que se podría evitar desde un principio.
Ya Shakespeare no lo advertía en su icónica obra Macbeth, la ambición muchas veces le puede ganar a la amistad. Y como no queremos que los emprendedores terminen siendo el Banquo de esta historia por las ambiciones de sus socios, es importante dejarles un buen consejo. Ahorrar en abogados al principio de su negocio les podría salir muy caro en un futuro. No solo por este caso en particular, sino porque una empresa solo podrá funcionar en paz cuando los socios tengan claras las reglas del juego. Estructurar un buen gobierno corporativo por medio de los estatutos, funciona como garantía de paz. El futuro de la empresa que adopte buenas prácticas de gobierno corporativo y genere consensos entre los socios permite ejercer esta garantía. Por esto, señor emprendedor, es importante que, en vez de ahorrarse el dinero en abogados por su escepticismo frente al tema, haga una inversión inteligente que le ahorre conflictos a futuro. Ya hemos tenido que pasar mucha violencia en este país como para desgastarnos peleando en lo que debería ser un negocio exitoso. El buen gobierno corporativo es fundamental para la paz en las sociedades, e ignorarlo sería una especie de acto bélico que podría ponerlo contra las cuerdas cuando menos se lo espere.
David Gaviria Ormaza_ es estudiante de décimo semestre de la Universidad de los Andes, donde ha sido monitor académico de varias materias; actualmente es paralegal en la firma de abogados Gómez-Pinzón y hace parte del Semillero de Investigación en Derecho Societario de la Universidad de los Andes.
[1] Supersociedades, Concepto, 220-159068, 26/10/2021.